miércoles, 31 de julio de 2013

Sad Songs (Say So Much)

Y hablando de canciones ¿Será cierto lo que escribió Elton John que las canciones tristes dicen mucho? Esta rola pop, publicada en el álbum “Breaking Hearts”, alcanzó el puesto No. 5 en la lista Billboard y No. 7 en UK Singles así que no es cualquier cosa. Fue lanzada en 1984, año durante el cual Elton John hizo lo que se considera su mejor actuación escénica: caso con Renate Blauel, su ingeniera de sonido, para ocultar su homosexualidad. Mi gooordo.


Pero volviendo al tema ¿Dicen mucho las canciones tristes? Contrario a lo que la canción pretende transmitir, con la parte del sufrimiento y todo eso, opino que no. Porque al final toda canción triste apela a la falaz y efímera felicidad binaria del “tú y yo” y que vivieron felices por siempre en una casita blanca con techo rojo rodeada de flores. El asunto de este argumento es que hace a un lado a los actores y actrices de la vida real: hijos, papas viejitos, tíos gorrones, abuelitos que son felices porque conocen a gente nueva todos los días dentro de la misma casa, suegros, una que otra prima arrimada que tiene su historia, domesticas que caminan, sobrinos que tragan como pajaritos...pero prehistóricos, cuñadas mal amansadas, todos actores y actrices que constituyen piezas fundamentales de la inestable dinámica familiar y que retan la razón de las relaciones humanas.

Las canciones tristes mienten. Disimulan un argumento propio de telenovela barata que trata inútilmente de aparentar complejidad y que en 2 minutos y medio pretenden parecerse a tu historia sin saber que al final todas las historias de amor y de abandono se reducen a lo mismo.

Las canciones tristes aburren. Especialmente las que se programan los 14 de febrero, Día de la Madre, Navidad y Año Nuevo. Podrán ser muy “bonitas” pero escuchar todos los años “El Amor” de José Luis Perales; “Madrecita del alma queriiidaaa” con Jose Jose; “Sera una navidad fría sin ti” de Dana y “Ya se va diciembre” de José Alfredo Jiménez, en realidad pudre, oxida, incomoda y trastoca los buenos recuerdos.

Las canciones tristes nos hacen pensar en cosas absurdas. Generalmente en cosas que nunca pasaran, a menos que quieras hacer el ridículo y que te recuerden como al nerd mejor rankeado del barrio, cantando bajo el balcón de tu pretendida y trabado en el Razor Ribbon. Nadie aplaude, a menos que este borracho, cuando José José nos pide un aplauso para el amor, pero todos corean a Sinatra cuando canta My Way (“Mai Guey” en buen chapín).

Las canciones tristes son repetitivas es exceso. Están llenas de despedidas, promesas cumplidas e incumplidas, gimoteos, besos y abrazos reprimidos, infinitos sin estrellas, anchos mares, culpable soy yo, eclipses totales del corazón, no se tu pero yo, si no te hubieras ido, pocas estrofas y muchos coros cortavenas.

Por otro lado, a las canciones tristes hay que hacerles una depuración histórica y contextualizarlas. Por eso algunas nos parecen como sacadas del baúl de los recuerdos con palabras que ya no se usan. Te lleno de besos y caricias mustias ¿Qué es eso? Al tenerte yo en vida, no necesito ir al cielo tisú ¿Cielo que? Esa falta de claridad nos permite atribuirles mensajes que no tienen y si lo tienen son bastante cursis.

Lo terrible es cuando las personas viven dentro del guión de una canción triste. Son llantales cuando la escuchan y la consideran la historia de su vida. La explicación es poco romántica y bastante lógica, no la escribieron para ti, eso nos pasa a todo el mundo, deja de ser egocéntrico/a. Los malo es que la mayoría de las veces, no se logra salir del rollo de una canción, menos con tragos y con viejos amigos. Pero no todo es tristeza, lo bueno de las canciones tristes es que vienen después de las movidas!.

lunes, 22 de julio de 2013