jueves, 30 de noviembre de 2017

¿Concurso de Himnos?

Arrancaron los Juegos Deportivos Centroamericanos 2017! Y comentaristas deportivos, con su amplia sapiencia y tratando de opinar en todos los campos del conocimiento con resultados desastrosos, generan a raíz de este acontecimiento frases tales como: “…atletas orgullosos de representar a sus países acudirán a sudar por el triunfo…” y así otras sandeces.

La cosa hubiera seguido sin mayores sorpresas, hasta que en un programa radial de opinión (el nivel más bajo de actividad intelectual… opinar sobre algo) escuche que “…nuevamente escucharemos las notas del himno más lindo del mundo (el guatemalteco) solo superado por la Marsellesa de acuerdo con el concurso internacional que se efectuó hace ya muchos años…”

Sin embargo, me he encontrado con el hecho que también dicen eso los mexicanos, los argentinos, los estadounidenses y muchos otros. Entonces... ¿quiere decir que existió un múltiple empate en el segundo lugar del top ten de himnos nacionales? Por alguna razón –desconocida para mí- algunos países consideran que el himno más bello del mundo es el de Francia, la clásica Marsellesa. No se habla de dos o tres países, sino de varios convencidos de que a través de la historia existió un concurso de himnos del cual el ganador fue La Marsellesa y en segundo lugar, el propio de su país. 

Encontré en la red una serie de entrevistas en relación con este caso: “Es falsa esta creencia. Nunca hubo semejante concurso. Lo ideal es que cada país ame su himno como el mejor del mundo. La Marsellesa es un himno revolucionario. Personalmente amo su música tremendamente dinámica, pero no mucho su letra cruenta”, opina el francés Bernard Fougeres.

Zandra Montañez, colombiana, explica que desde pequeña le enseñaron que su himno fue considerado por expertos en música triunfal como el mejor del mundo después del francés. Martín González, de Uruguay, indica estar consciente de que en Latinoamérica les dicen lo mismo. “Mi himno es hermoso, aunque si te vas a Argentina te dicen que el segundo mejor es el argentino, si te vas a Perú te dicen que el segundo mejor es el peruano, y así sucesivamente”, acota González.

Rafael Sandoval, de México, relata que en su país el primer lugar lo ocupa Francia, en segundo lugar EE.UU. y ellos están en tercer puesto, según un “antiguo concurso internacional”. Para el argentino Roberto de Oliveira, es una emoción cantar o escuchar su himno. “Recuerdo que nos decían que el argentino era el más bello, poético, elaborado, melodioso de todos, y lo creo realmente”, afirma muy convencido.

“Yo soy peruano de corazón y llevo a mi país muy dentro en mis pensamientos, pero ahora que tengo los ojos abiertos me pregunto si hubo un concurso para elegir al mejor del mundo”, se cuestiona Carlos Sánchez, mientras Lorena Esteban, de Guatemala, repite altiva a los cuatro vientos que los mismos franceses elaboraron la medición en la que el nuestro ganó el segundo lugar.

Pía Rocha de Chile cuenta que las veces que escuchó su canto nacional de boca de exiliados le conmovió el alma. “En él se muestra la geografía, la historia de mi patria amada. Creo que no es justo decir que un himno le gana a otro, pues en cada estrofa están enraizados los valores y costumbres del lugar que nos vio nacer”, explica Rocha. Para su compatriota Daniel Hernández sería loco medir la belleza de un símbolo patrio en un certamen internacional, sin embargo recuerda que su profesora de colegio le habló del francés como el más hermoso.

El brasileño Carlos Fioravanti comenta con tristeza que hoy su himno no es muy apreciado por su gente, especialmente por los jóvenes. “Pregunté a mi hijo de 16 años si se emocionaba al escucharlo y me dijo que no”. Considera dramático no sentir orgullo por el himno y hasta cree que el fútbol en Brasil se ha convertido en un símbolo patrio más. Cuestiona con firmeza el amor a un país solo por el triunfo de sus futbolistas. “Y si pierde el equipo, ¿se pierde el amor a la nación?”, se pregunta. También de pequeño le hablaron de La Marsellesa y opina que es un canto convocatorio a defender la patria. Un grito de guerra.

Evelyn Gumpel es una alemana que vive en Ecuador. En su país nunca le dijeron que un himno era mejor que otro. Ella ama el suyo y punto. “Cuando lo canto se me pone la piel de gallina”, expresa. 

Al inglés Paul McFarlinch tampoco le hablaron de pequeño de ningún concurso. “Recuerdo que pocas veces nos hacían cantar el himno, pero siempre tocaban música imperial”, comenta McFarlinch, a quien le sorprende cómo en América se entonan constantemente los himnos nacionales. “El nuestro se llama ‘Dios Salve a la Reina’ y es bonito; sin embargo, varía si se trata de rey o de reina”. Lo que lamenta es que muchos ingleses no conozcan ni el primer verso de su canto patrio.

Reana Teichman y Víctor Kuo, estadounidenses, concuerdan en que el mejor debe ser el himno propio. “Yo amo el mío y me parece el mejor de todos”, dice Reana.

De acuerdo con Alexis Gómez quien consolidó las entrevistas, los personas entrevistadas concuerdan en que un símbolo patrio no puede medirse a través de un concurso que encima de todo es imaginario. No se puede cualificar ni cuantificar la valentía de un pueblo ni su patriotismo. Un Himno Nacional exalta los hechos inmortales e interpreta glorias de gestas libertadoras. Es el alma misma de su gente y la esencia de su nacionalidad.